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Poesías de Cuellar. — 79

Horrible noche, de pavor cercada,
        La mira pasar sola
En sus húmedas ropas recatada,
Ir en pos de criatura atribulada
        Por quien feliz se inmola.


Siempre la encuentra errando el peregrino,
        Y su alma acongojada
Contempla en el fulgor de una mirada
        algo santo y divino.


En la terrible adversidad, afable,
        De frío casi yerta.
Va llevando el consuelo al miserable,
        Llamando á cada puerta.


Es hija del amor del Increado,
        El mismo Dios la envía
        Al páramo anegado
En lágrimas de luto y agonía.


Ella por ley de su misión y nombre
        Ayudará en el mundo,