Página:La música como develadora del sentido del arte en Marcel Proust.djvu/157

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por -la señorita Vinteuil y su amiga). Y esto es posible por la-potencia de Io imaginario, por la invención y composición narrativas frente a la inevitable sujeción a un personaje y a un músico reales, por notable que'sea=Wagner. Es la enseñanza de los Pastiches: escribir como Balzac, para ‘poder escribir proustianamente sobre Balzac, para que Charlus lo admire y se emocione con la bel leza de la muerte de Luciano de Rubempré en Ilusiones perdidas. No está de más señalar que Proust escribió también un breve Pastiche musical sobre Debussy y Pélléas. Por el predominio de la narración, la música ficcional adquiere, entonces, más importancia novelística que la que tenía en los esbozos anteriores. Por otra parte, las ejecuciones de la sonata de Por el camino de S wann toman el sentido de primeras versiones del pensamiento estético musical al continuarse y profundizarse en La prisionera. Es decir, que también por este lado el eje de Ia concepción musical se desplaza. En cuanto a la función demostrativa de la música tampoco sufre disminu- ción, de tal forma se ligan la composición narrativa y la demostración ficcional. La prisionera anuncia el sentido del arte y su importancia en la resurrección de los recuerdos y la recepción de impresiones. Pero como lo extratemporal es también intermitente pues se funda en Ia condición humana temporal, es consecuente que haya también intermitencia en los llamados del arte y sus recepciones. Por eso la Recherche se precipita, como otras tantas veces, en el olvido y la duda de la realización artistica para la vocación del héroe. Reaparece la pregunta que Proust se formulara en el Carnet de 19082” ”¿ Soy yo novelista ?", pregunta en la que concluían sus dudas filosóficas y artísticas. En El tiempo recobrado el héroe se debate entre sus supuestas deficiencias de observación que desprende del pastiche Goncourt y Ia insuficiencia del realismo estrecho y de todo arte imitativo de una realidad despojada de su esencia, para llegar a una concepción adecuada de la literatura. Y todo esto introduce nuevos episodios ficcionales que preparan el advenimiento de la revelación final, la que parece así, incluida la doctrina sobre el arte, como un episodio novelesco sustentado sobre lo anterior, pero a la vez con la fragilidad y el carácter imprevisible con que la ficción se constituye sobre los hechos en la concepción proustiana. Es decir, que ni siquiera la exposición de la importancia metafísica de la música, el anuncio del sentido del arte, el llamado artístico que lleva el mensaje musical, fueron suficientes por sí solos para producir 160 y una unidad de obras imaginarias (sonatas, septeto, últimas obras reconstruidas