de Swann de relacionar mujeres con obras artísticas, y de las proyecciones de su ideal de belleza pictórico en mujeres vulgares. El amor es siempre creación del espíritu, pero la extrañeza del objeto de amor de un enamorado en sus amigos, se debe a que amigos y enamorados colocan a ese objeto en dos mundos diferentes: el material yel de la creación imaginaria. El amor es, entonces, un esbozo primitivo, necesario, de arte. El rumor del aliento de Albertina dormida le parece al héroe divino e inmaterial, "puro canto de los ángeIes"(V, 120), (Ill, 113-114). En lo que se refiere a la renovación del mundo exterior, los pregones a los que ya se ha aludido, van desde lo popular en el estilo de Boris Godunov de Moussorgsky hasta el lamento metafísica que no tiene tiempo de expresarse, al borde del infinito, al ser interrumpido por la aguda trompeta de otro pregón. El pregón de los caracoles frescos tenía la tristeza y vaguedad de Maeterlinck, puesto en música de Debussy. El pregón del vc ndedor de prendas de vestir ”aunque no creyera en la eternidad de su ropa”, evocaba el recuerdo de las viejas iglesias y del canto gregoriano (V, 124-126), (Ill, 116-118). Y, también, hay un fragmento que E. Eelles"° llama "la rapsodia de Albertina” y en el cual según esta autora, Proust hace irónicamente un pastiche de sí mismo y presenta lo que sería un discurso y un universo antagónico a Ia Recherche, una Anti-Recherche. Alli’ Albertina se refiere a una nueva transforma- ción de los pregones transcriptos musicalmente: "Lo que me gusta en esas cosas de comer pregonadas es que una cosa oída como una rapsodia cambia de naturaleza en la mesa y se dirige a mi paladar" (V, 138), (Ill, 129-130). El mundo del sueño, con el que ya se ha comparado a la música, ofrece una renovación similar a la de los pregones, pues, "la esponja del sueño” nos libera de nuestras obligaciones inmediatas y nos permite revivir recuerdos. Este mundo del sueño está hecho a veces, "con la materia más grosera de la vida", pero esta materia está tratada de tal modo que no es reconocible. Es como en la composición m usical donde no ha de importar la materia en la que se apoya sino la transmutación espiritual de la música y como en la linterna mágica de la infancia, cuando Golo buscaba algún cuerpo para materializarse. Materia y espíritu son enlazados desde la música, un arte que no imita sino que expande al espíritu que constituye lo real. Y en nuestros ‘sueños, como en nuestra vida, esperamos lo que es más importante para nosotros pues nuestra memoria: 79 Esto último, a la vez, nos da otra posibilidad de interpretación de los intentos
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