Se desplaza Proust, luego, entre los dos criterios hermenéuticos: del autor al receptor se ofrece un texto traducido del libro interior de nuestro espíritu; pero del otro lado, del receptor al intérprete y al autor, se asiste a diferentes intentos de creación individual en la aproximación a la obra. Y si el lector es lector de sí mismo y única instancia de verificación, le es permitido tener "su cristal", su modo propio de lectura, su perspectiva individual del mundo imaginario con el que se comunica. El escritortiene el deber detraductor del libro interior, como lo tiene Vinteuil de los descubrimientos que realiza. Por el lector es posible la variación desde su propia óptica, así como son posibles las diferentes interpretaciones musicales, que salvo casos extremos, alcanzan cierta legitimidad. Al deber del creador, a su falta de arbitrio, corresponde la libertad del receptor, según se verá en El tiempo recobrado. Sin embargo, puede ser importante destacar que es en la música, donde Proust parece ceñirse más estrictamente a la obra original y donde las interpreta- ciones de los receptores suelen ser más caprichosas y discutibles. Como hemos visto, el efecto de resonancia y de reminiscencia que conduce al amor, debe ser separado en las grandes obras maestras, de la multiplicidad de impresiones sucesivas, que éstas ofrecen. Quizás la razón de esta proli j ¡dad para el autor se halle en la dificultad de desciframiento de la música, en su modo de ser inmaterial e intangible, que corre el riesgo de ser más facilmente desvirtuado, porque las impresiones son más difíciles de fijar. Pero no hay objeción en seguir como vía aparte las reminiscencias que produce la obra maestra, si se tiene en claro que el la no consiste en esto. Y, sobre todo, no hay objeción en la proyección espiritual y emocional de la "mala música”, que, sin embargo, logra despertar los recuerdos de la memoria, como la Berma cuando revela su genio al interpretar obras modernas sin genio. Y la distancia entre el yo creador artístico y el yo social superficial también comprende, además de autor, recreador, intérprete y crítico, al lector, al receptor que realiza una lectura artística, que se comunica así con un universo artístico y participa de ese modo de la creación. También en este receptor, podemos distinguir el yo que es cuando recibe creativamente una obra musical, del yo que es en el mundo social y cotidiano. Ello es mostrado por Proust en las actitudes del público en las ejecucionesmusicales, pero sobre todo en Ia ambigüedad delos entendidos, como la duquesa de Guermantes, las dos Cambremer, el mismo 97 de ello mismo carece la creación originaria.
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