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Página:La masacre de la escuela Santa María de Iquique.djvu/71

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más entre los votantes trabajadores del salitre. El diario El Trabajo de Iquique, órgano de la Combinación Mancomunal de Obreros,[1] planteaba en 1902 que “Desde la fundación del Partido Democrático, hemos venido bregando porque la protección a la industria nacional no sea palabra hueca, que sirva solamente para traer electores (...) . Todos los candidatos la invocan también, como parte principal de sus programas. Una vez llegado al puesto que anhelan, las economías, la defensa del país, y cuanto se acuerdan, les prohíbe cumplir sus promesas”. [2]

Sin duda alguna, el componente anarquista fue de gran influencia en la construcción de una visión del movimiento hacia la institucionalidad, y sobre todo en cuanto a la inclusión de las demandas referidas a la educación de los trabajadores.[3]Pero así mismo, también fue la posición ideológica que integró más el uso de un discurso violento, ya que entendía a la estructura estatal como la fuente de los males de los obreros y la situación de miseria en que se encontraba gran parte de la población trabajadora les había llevado a reflexionar sobre el contexto, las acciones políticas para su transformación y la conformación de un proyecto de sociedad de tipo comunista libertaria. En 1905, cuando el movimiento obrero ya tenía una importante fuerza e identidad de clase, el diario anarquista “El Obrero Libre” proclamaba: “Junto con el hermoso Mayo de Luz: debe levantarse la clase oprimida del campo, de las minas, de las salitreras, de la marina y ciudades; desplegando todas sus energías y rebeliones, protestando de todas las injusticias y explotaciones, proclamando la sociedad libre, la propiedad común y la patria universal (...) al empuje de los libres, no quedará en pie ningún gobierno, ni código, ni ningún explotador, ni vestigio siquiera de la actual sociedad del mal (...). De pie, erguida la frente y a la obra, proletarios del mundo, a crear la sociedad libre arrullada por los cantos de mayo del pueblo rebelde.”[4]

Para Sergio Grez la violencia de los ácratas en realidad era más discursiva que real y cuando llegaba a concretizarse tenía el sello de una pedagogía para preparar a los obreros para la revolución. [5] Sin embargo lo verdaderamente importante para este análisis es el hecho de que los anarquistas plantearon un discurso que tendía a acrecentar la deslegitimación de las autoridades y al mismo tiempo influyeron decididamente en la conformación de los petitorios obreros desde 1890 hasta 1907. En la huelga de la Escuela Santa María jugarían un rol preponderante los anarquistas Luis Olea y José Briggs, quienes serían reconocidos como líderes y luego mártires del movimiento obrero.

Los grupos anarquistas habían tenido gran importancia en las huelgas de comienzos de siglo XX, pero fueron paulatinamente desplazados por las organizaciones marxistas al interior de las agrupaciones obreras. Y es necesario atender al hecho de que esa lucha intraclase se da precisamente debido a las diferentes

  1. Formada en 1900 como respuesta de la clase obrera a la Combinación Salitrera que agrupaba a los empresarios del salitre.
  2. Periódico “El Trabajo”, N° 25, publicado en Iquique 1902.
  3. González Miranda, Sergio: “Hombres y mujeres de la pampa”, LOM Ediciones, Santiago 2002, p. 115.
  4. Periódico “El Obrero Libre”, No 5, publicado en Huara, 1 de mayo de 1905.
  5. Grez, Sergio: “Transición en las formas de lucha. Motines peonales y huelgas obreras en Chile (1891-1907)”, en: Revista Historia, N° 33 (2000), p.53.