D. CÁNDIDO LARA Y ORTAL
En los momentos plenos de emoción del estreno, al oír los aplausos con que el benévolo concurso acogía LA NOCHE DE LA VERBENA, yo evocaba el recuerdo de uno de mis más ilustres y queridos amigos, del inolvidable don Cándido Lara, y honda melancolía apoderábase de mi espíritu al pensar que ya nunca más me acompañaría en estas jornadas aquel hombre tan bueno y cariñoso, que se complacía, como en cosa propia, con el feliz éxito del humilde sainetero.
¿Cómo ha de olvidar éste el cariño paternal que D. Cándido le tenía, dándole alientos y esperanzas en su labor teatral?...
Eterna será la memoria de aquel simpático madrileño que con su hombría de bien y su laboriosidad llegó a ser Excelentísimo señor, senador vitalicio, y lo que es aún más hermoso y admirable, benemérito protector del arte escénico, dedicando al teatro que él fundó todos sus amores y entusiasmos, para que fuera, como ha sido siempre, heraldo del arte más puro y exquisito.
¡Bendita sea la memoria de los hombres que tan generosamente dedicaron su vida al trabajo y al ideal!