za en la mujer y en la flor; garantiendo la eternidad por la fortaleza en el leño y en el bruto; manteniendo la unidad por la armonía en la estrella y en el átomo, y contribuyendo á la salud por el regocijo en la perpetuidad de sus divinos renacimientos.
Pido perdón á la asamblea por este, para ella fatigoso, y para mí necesario desahogo; algo de personal había de mezclarse, para restablecer mi equilibrio, á la continencia que nos impone esta delegación.
Ya conoceis, señores, su pensamiento celectivo; pero penrmitidme que antes de terminar os haga una reflexión. Es cosa muy grande la fraternidad latino-americana que cimentamos con estos congresos; pero ella no ha de salirnos definitiva mientras no nos liguen análogos intereses económicos; mientras, á semejanza de los Atridas coligados, no rayemos del mismo queso, en la misma copa, llena del mismo vino; y á eso ha de contribuir, en primer término, la educación práctica que estamos discutiendo, cuanto más en la realidad forme á la totalidad de nuestros ciudadanos.
Sería para mi patria un honor muy grande tener la iniciativa de esta otra independencia, llevando á cabo con sus demás hermanas de América, la grande obra educacional que la civiliza-