Considero, pues, al señor Fernández un obstétrico de raza, y en este sentido vamos á examinar los caracteres genéricos y específicos del profesional.
No abusaré, para calificar la especialidad, del concepto excesivamente mordaz que se atribuye al recién malogrado Varnier, un colega por de contado; pero sí he de decir que ella no supone para su dominio la intervención de un gran talento.
Explota en primer término la inquietudes de la ignorancia, ante un proceso fisiológico que el profano considera accidente grave, y es bien sabido con que se impone á los ignorantes: actitud solemne; silencio meditabundo que presupone una elaboracíón mental, aguzando por doble acción la ansiedad y la esperanza; recetas, si es posible en latín (no veo al latín otro destino en la medicina contemporánea) él en dialecto químico modernísimo; y magistral formulismo, para no traslucir jamás la ignorancia ó la duda.
El resto de empirismo bárbaro que conserva la terapéutica, sobre todo, facilita singularmente el artificio; y si una insignificante pilula mica panis ya basta para impresionar, por la influencia mágica del latin, cuánto mayor efecto no han de hacer las sesquipedalia verba de la farmacopea actual!
