Página:La señal de los cuatro - Arthur Conan Doyle (1909).pdf/175

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 177 —

XI

El gran tesoro de Agra.

Nuestro cautivo estaba sentado en la cámara, enfrente del cofre de hierro que por fin había tenido en su poder después de tan larga espera. Era un hombre de mirada dura, quemado por el sol, el moreno rostro cruzado en todas direcciones por rayas y arrugas, efecto natural de su trabajosa vida, pasada al aire libre. La extremada prominencia de su barba hirsuta probaba que no era hombre fácil de desviar de sus propósitos. Podía tener unos cincuenta años, pues con sus cabellos negros y encrespados se mezclaban abundantes canas. Sus facciones no cran desagradables cuando estaban tranquilas, por más que las tupidas cejas y la agresiva barba adquirieran, bajo el impulso de la cólera, la terrible expresión que poco antes me había sido

La señal.—12