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»dejaron bastante libertad para pasearme. El »lugar es malsano, un semillero de fiebres, y sus alrededores estaban infestados por canibales, siempre listos para aprovechar la oportunidad de lanzarnos un dardo emponzoñado.

»Había que dragar, abrir fosos, cultivar bata»tas, y una docena más de cosas, de modo que Den todo el día no cesábamos de trabajar, pero »en la noche podíamos disponer de nuestro tiem»po hasta cierta hora. En esos momentos apren»dí, entre otras cosas, á preparar medicinas con el médico y hasta llegué á saber algo de enfer»medades y curaciones.

»Esto no impedía que yo viviese constante»mente alerta, espiando la oportunidad de esea»parme; pero la isla se halla á cientos de millas de otras costas, y en esos mares el vionto sopla »poco ó nada: fugarse, pues, era obra sumamen»te difícil.

(PONT

»El doctor Somerset, médico del estableci»miento, era un joven alegre, muy aficionado á todo género de sport, y los otros oficiales jóvenes se reunían por las noches en su departa»mento á jugar á los naipes. La pieza destinada »á botiquín, donde yo acostumbraba á preparar »las drogas, era la contigua á la sala del médico, »y ambas se comunicaban por una pequeña venstana. Con frecuencia, aburrido por la soledad,