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Dentonces que con el auxilio de Tonga podría realizar mi deseo; y, poniendo manos á la obra, »lo llevé hasta el sitio mismo, después de ha»herle atado una larga cuerda en la cintura.

»Tonga era un gato para trepar, y pronto estuvo »en el techo; pero la mala suerte de Bartolomé » Sholto lo retuvo en el cuarto, y esto le costó la vida. El negrito creyó haber hecho algo magní»fico matándolo, pues cuando yo llegué al cuarnto, izándome por la cuerda, lo encontré ufano como un pavo real. Mucho se sorprendió cuan»do lo acometi á golpes con la punta de la cuer»da, echándole mil maldiciones por su insacia»ble sed de sangre. Tomé el cofre del tesoro y »lo arrié por la cuerda, deslizándome yo por ella »después; pero primero dejé sobre la mesa la »señal de los cuatro, para hacer ver que las pic»dras preciosas habían ido á dar por fin á manos » de aquellos que tenían más derecho que nadie »sobre ellas. Tonga tiró la cuerda desde arriba, »cerró la ventana, y salió por donde había en»trado.

»No sé si me falta algo que contar. Había oído »hablar á un marinero de la velocidad de La »Aurora, la lancha de Smith, y pensé que ésta »podía servirnos para nuestra fuga. Contraté, »pues, al viejo Smith, y le ofrecí una gruesa su»ma de dinero si nos ponía sanos y salvos á bordo