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PROLOGO
(QUE PUEDE SALTAR EL LECTOR DE NOVELAS)
TENÍA uno (hermano) casi de mi edad, que era el que yo más quería, aunque a todos tenía gran amor y ellos a mí; juntábamonos entreambos a leer vidas de santos... Espantábanos mucho el decir en lo que leíamos que pena y gloria eran para siempre. Acaecía nos estar muchos ratos tratando de esto, y gustábamos de decir muchas veces para siempre, siempre, siempre. En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido, me quedase en esta niñez imprimido el camino de la verdad. De que vi que era imposible ir adonde me matasen por Dios, ordenábamos ser ermitaños, y en una huerta que había en casa procurábamos, como podíamos, hacer ermitas
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