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Las leyes fundamentales de la óptica.

Además de la medición directa de la velocidad de la luz, hay muchos otros experimentos en que la velocidad de la luz entra en juego. Todos los fenómenos de interferencia y de refracción se fundan sobre el hecho de que ondas luminosas llegan al mismo punto por caminos diferentes, y allí se superponen; la refracción en el límite de dos cuerpos se produce por la diferencia de la velocidad de la luz en ellos; por tanto, ésta colabora en el efecto de todos los aparatos ópticos, lentes, prismas, etc. ¿No podrían inventarse dispositivos que pusiesen de manifiesto el movimiento de la Tierra y el «viento de éter» producido por él?

Se han inventado, en efecto, y realizado muchos experimentos para descubrir ese movimiento. Una experiencia general enseña que en experimentos hechos con focos luminosos terrestres nunca se ha notado el menor influjo del «viento de éter»; también se han dispuesto experimentos especiales que demuestran eso. Desde luego, hasta hace poco, se trataba de experimentos dispuestos de manera que sólo podían apreciar cantidades de primer orden en β. Si han dado siempre un resultado negativo, esto obedece a que en ellos no se ha medido nunca la verdadera duración del movimiento de la luz de un punto a otro, sino sólo diferencias de tiempos para el mismo camino de la luz o sus sumas al recorrer el camino de ida y vuelta; al proceder así, resulta, por el motivo ya arriba explicado, que las cantidades de primer orden se eliminan.

fig71
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Pero podría esperarse un resultado positivo tomando un foco luminoso no terrestre, sino astronómico. Si se dirige un telescopio a una estrella a la cual se dirige (fig. 71) la velocidad momentánea v de la Tierra, entonces la velocidad de la luz en las lentes del telescopio con relación a la substancia del vidrio