5. Líneas de fuerza de Faraday.
Faraday no procedía de una escuela; su espíritu no estaba recargado de representaciones y teorías tradicionales. Su aventurera ascensión de aprendiz de encuadernador a físico de fama mundial en la Royal Institution es bien conocida. Tan libre de esquemas convencionales como fué su vida, fué asimismo el mundo de sus pensamientos, que surgían espontánea y exclusivamente de la muchedumbre de sus experimentales conocimientos. Ya antes hemos hablado de sus investigaciones sobre la descomposición electrolítica. Su método, que consistía en realizar todas las variaciones posible en las condiciones del experimento, le llevó en 1837 a colocar entre las dos placas metálicas (electrodos) de la célula electrolítica, en lugar de un liquido conductor (ácido, solución salina) un líquido no conductor, como petróleo o trementina. Estos cuerpos no se descomponen, pero no dejan de tener influjo en el proceso eléctrico. Se ve, en efecto, que las dos placas de metal, cuando se cargan por medio de una determinada batería galvánica con determinada tensión, admiten muy diferentes cargas, según la substancia que se encuentra entre ellas (fig. 82). La substancia no conductora influye, pues, en la capacidad del sistema de conductores que consiste en las dos placas y que se llama condensador.
Este descubrimiento produjo en Faraday tal impresión que, a partir de este instante, renunció a las representaciones corrientes de la electroestática de una inmediata acción a distancia de las cargas eléctricas, y desenvolvió una nueva peculiar interpretación de los fenómenos eléctricos y magnéticos