Conócese ya en los rayos β de las substancias radioactivas electrones que tienen casi la velocidad de la luz; ¿por qué no había de ser posible acelerarlos de suerte que llegasen a exceder la velocidad de la luz?
La teoría de Einstein afirma que eso no es posible, en principio; porque la resistencia de inercia o masa de un cuerpo es tanto mayor cuanto más su velocidad se acerca a la de la luz. Llegamos con esto a la nueva dinámica, que se construye sobre la cinemática de Einstein.
7. La dinámica de Einstein.
La mecánica de Galileo-Newton está estrechísimamente unida a la antigua cinemática; el principio clásico de relatividad se asienta principalmente en el hecho de que las modificaciones de velocidad, las aceleraciones, son invariantes frente a las transformaciones de Galileo.
Ahora bien; no cabe, naturalmente, admitir una cinemática para una parte del acaecer natural y otra para la otra parte; para la mecánica, la invariancia en las transformaciones de Galileo, y para la electrodinámica, la invariancia en las transformaciones de Lorentz.
Pero sabemos que las primeras son un caso límite de las segundas, cuando a la constante c se le da un valor infinito. Por eso admitiremos, con Einstein, que la mecánica clásica no tiene una validez estricta, sino que necesita modificarse; las leyes de la nueva mecánica deben ser invariantes frente a las transformaciones de Lorentz.
El establecimiento de estas leyes se verifica según un principio general, que conduce aquí, como en todos los problemas semejantes, a un resultado unívoco. Existe, en efecto, un sistema inercial S' en el que un cuerpo K, movido en cualquier modo, reposa en un determinado momento cualquiera. Se pedirá ahora que para ese sistema S' y ese momento valgan las leyes de la mecánica clásica, que ha de salir como caso límite de velocidades infinitamente pequeñas.