Fleuri. Parece que el asunto principal de este concilio fué decidir, quien era el verdadero obispo de Antioquia, si Flaviano, ó Paulino, y así se ve que el Concilio dirigió su letra sinodal á Paulino, á cuya defensa, parece verosímil que viniese á Roma S. Jerónimo, que era presbítero suyo, como ciértamente vino con S. Epifanio, y se hospedaron ambos en casa de Stâ. Paula.
68. Supuestas estas noticias que se hallan en la historia eclesiástica, preguntad aora á aquellos autores de que empezamos á hablar, ¿de donde sacaron que en el concilio romano de S. Dámaso se decidió el punto general de los Milenarios? Y veréis como no os responden otra cosa, sino que así lo hallaron en otros autores, y estos en otros, los cuales tal vez lo sacaron finalmente de los anales del cardenal Barónio ácia el año 375. Mas este sabio cardenal, ¿de donde lo sacó? Si lo sacó de algún archivo fidedigno, ¿por qué no lo dice claramente? ¿Por qué no lo asegura de cierto, sino solo como quien sospecha ó supone que así seria? Este modo de hablar es cuando menos muy sospechoso.
69. La verdad es, que la noticia es evidentemente falsa por todos sus aspectos. Lo primero porque no hay instrumento alguno que la compruebe: y una cosa de hecho, y de tanta gravedad, no puede fundarse de modo alguno sobre una sospecha arbitraria, ó sobre un puede ser. Lo segundo, porque tenemos un fundamento positivo, y en el asunto presente de sumo peso para afirmar todo lo contrario; esto es, que S. Jerónimo, anti-milenario, que muchos años después de S. Dámaso escribió sus comentarios sobre Isaías, y Jeremías, y como afirma el erudito Muratori en su libro del Paraíso, no pudieron ser menos de veinte, dice espresamente en el prólogo del libro 18 de Isaías, que en este tiempo, esto es, á los principios del siglo quinto, una gran muchedumbre de doctores católicos seguía el partido de los Milenarios: (y hablando de Apolinar, hereje y Milenario, cuyos errores pertenecientes á la persona de Jesucristo, acabamos de ver condenados en