universal, el reino deberá seguir sobre todos los muertos ya resucitados, y esto eternamente y sin fin. Esto es en sustancia lo que dijeron los Milenarios, y lo que dicen las Escrituras, como iremos observando. Si alguno, ó los mas de estos se propasaron en los accidentes, si, añadieron algunas circunstancias, que no constan en la Escritura, ó que de algún modo se le oponen, yo soy el primero en reprobar esta conducta. Mas para dar una sentencia justa, para saber qué cosas han dicho dignas de reprensión, y que cosas realmente no lo son, es necesario entrar en un examen prolijo de toda esta causa.
73. Una cosa me parece muy mal, generalmente hablando, en los que impugnan á los Milenarios: es á saber, que habiendo impugnado á algunos de estos, y convencido de error en las cosas particulares que añadieron de suyo, ó ajenas de la Escritura, ó claramente contra la Escritura, queden con solo esto como dueños del campo, y pretendan luego, ó directa, ó indirectamente, combatir y destruir enteramente la sustancia del reino milenario, que está tan claro y espreso en la Escritura misma. La pretension es ciertamente singular. No obstante, se les puede hacer esta pregunta. ¿Estas cosas particulares, que con tanta razon impugnan, y convencen de fábula y error, las dijeron acaso todos los Milenarios? Y aun permitido por un momento que todos las dijesen, ¿son acaso inseparables de la sustancia del reino de que habla la Escritura? Este examen serio y formal, me parece que debia preceder á la impugnacion, para poder seguramente arrancar la zizaña sin perjuico del trigo; mas las im-