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EN GLORIA Y MAGESTAD

impugnacion, fueron no obstante abrazadas por innumerables secuaces de Nepos y de Apolínar, y ocasionaron, aun dentro de la iglesia grandes disputas y altercaciones, entre las cuales parece que quedó confundido, y olvidado del todo el asunto principal.

82. Nos queda la tercera clase de Milenarios, en que entran los católicos y pios, y entre estos, aquellos santos que quedan citados, y otros muchos de quienes apenas nos ha quedado noticia en general: pues muchos varones eclesiásticos y mártires son del mismo sentir[1]. Por los que nos quedan de esta clase, parece ciertísimo, que ni admitían los errores indecentes de Cerinto; antes espresamente los detestaban y abominaban, ni tampoco las fábulas de Nepos y Apolínar: pues nada de esto se halla en sus escritos. Yo he leido á S. Justino, S. Irinéo y Lactancio, y no hallo vestigio de tales despropósitos. Pues, ¿qué es lo que dijeron, y por qué los notan de error? Lo qué dijeron fué lo mismo en sustancia que lo que se lee espreso en los Profetas, en los Salmos, y generalmente en toda la Escritura, á quien abrieron con su llave propia y natural. Si me preguntáis aora ¿qué llave era esta? Os respondo al punto resueltamente, que es el Apocalipsis de S. Juan, en especial los cuatro capítulos últimos, que corren por los mas oscuros de todos, y no hay duda que lo son, respecto del sistema ordinario, Entre estos está el capitulo 20 que ha sido con cierta semejanza, piedra de tropiezo, y piedra de escándalo[2].

83. Esta llave preciosa é inestimable tuvo la desgracia de caer casi desde el principio en las manos inmundas de tantos herejes, y aun no herejes, pero ignorantes y carnales: y esta parece la verdadera causa de haber caido con el tiempo en el mayor desprecio y olvido el reino de Jesucristo en su segunda venida, glorioso y duradero, quedando como margarita preciosa confundida con el polvo, y escondida en él.

  1. Multi ecclesiasticorum virorum, et martyres ita dixerunt.—Vide fol. 26.
  2. Lapis offensionis, et petra scandali.—Div. Pet. ep. 1 c. ii, v. 8.