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DISCURSO PRELIMINAR.

mael é Isaac, y añade, las cuales cosas fueron dichas por alegoría[1]: mas como sabemos por otra parte que las epístolas de S. Pablo son tan canónicas como el Génesis y Exodo, quedamos ciertos y seguros, no menos de la historia, que de su aplicacion: ni por esta esplicacion, ó alegoría, ó figura, dejamos de creer, que las dos mujeres de Abraham, Agar y Sara, eran dos mujeres verdaderas: ni que las cosas que fueron figuradas, dejasen de ser ó suceder así a la letra, como se lee en los libros de Moisés. No son así los sentidos figurados, que leemos, no solamente en Orígenes (á quien por esto llama S. Jerónimo siempre intérprete alegórico: y en otras partes, nuestro alegórico): sino en toda suerte de escritores eclesiásticos, así antiguos como modernos: los cuales sentidos muchísimas veces no dejan lugar alguno, antes parece que destruyen enteramente el sentido historial, esto es, el obvio literal. Y aunque regularmente dicen verdades, se ve no ostante con los ojos que no son verdades contenidas en aquel lugar de la Escritura sobre que hablan, sino tomadas de otros lugares de la misma Escritura, entendida en su sentido propio, obvio, y natural literal; y ellos mismos confiesan, como una verdad fundamental, que solo este sentido es el que puede establecer un dogma, y enseñar una verdad.

Con todo esto, dice un autor moderno, la Escritura divina no se ha esplicado hasta aora de otro modo, de como se esplicó en el cuarto y quinto siglo: esto es, de un modo mas concionatorio, que propio y literal: ó por un respeto

  1. Que sunt per allegoriam dicta.—Paul. ad Gal. iv, 24.