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DISCURSO PRELIMINAR.

con perjuicio de la verdad: antes nos enseñan con palabra y obra, todo lo contrario: pues apenas se hallará alguno entre mil, que no se aparte en algo del sentimiento de los otros. Digo en algo, porque apartarse en todo, ó en la mayor parte, seria cuando menos una estravagancia intolerable.

Yo solo trato un punto particular, que es, la venida del Mesias, que todos esperamos: y si en las cosas, que pertenecen á este punto particular, hallo en los doctores algunos defectos, ó algunas ideas poco justas, que me parecen de gran consecuencia, ¿que pensais, amigo, que deberé hacer? ¿Será delito hallar estos defectos, advertirlos, y tenerlos por tales? ¿ Será temeridad y audacia el proponerlo á la consideracion de los inteligentes? ¿Será faltar al respeto debido á estos sapientísimos doctores, el decir que, ó no los advirtieron por estar repartida su atencion en millares de cosas diferentes, ó no les fué posible remediarlas en el sistema que seguían? Pues esto es solamente lo que yo digo, ó pretendo decir. Si a esto quereis llamar temeridad y audacia, buscad, señor, otras palabras mas propias que les cuadren mejor. ¿Qué maravilla es que una hormiga que anda entre el polvo de la tierra, descubra y se aproveche de algunos granos pequeños, sí, pero preciosos, que se escapan facilmente á la vista de una águila? ¿Qué maravilla es, ni qué temeridad, ni qué audacia, que un hombre ordinario, aunque sea de la ínfima plebe, descubra en un grande edificio dirijido por los mas sábios arquitectos, descubra, digo, y avise á los interesados que el edificio flaquea y amenaza ruina por alguna parte