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LA VENIDA DEL MESIAS

todas sus consecuencias. Si no me engañan mis ojos, me parece á mí que veo todas estas cosas con la mayor distincion y claridad en la santa Escritura, y en toda la Escritura. Me parece que las veo todas grandes y magnificas, dignas de la grandeza de Dios, y de la persona admirable del hombre Dios. Lejos de bailar dificultad en componer y concordar las unas con las otras, me parece que todas las veo coherentes y conformes, como que todas son dictadas por un mismo espíritu de verdad, que no puede oponerse á sí mismo. Es verdad, que muchas de estas cosas no las entiendo; quiero decir, no puedo formar una idea precisa y clara del modo con que deben todas suceder; mas esto ¿que importa? La sabiduría de Dios, que es ante todas cosas, ¿quien la rastreó[1]? ¿Soy yo acaso capaz de comprender el modo admirable con que está Cristo en la eucaristía? Con todo eso lo creo, sin entenderlo; y esta creencia fiel y sencilla, es la que me vale para hallar en este sacramento el sustento y la vida del alma.

3 Esta reflexion, que sin duda es el mayor y el mas sólido consuelo, la estiendo sin temor alguno á todas cuantas cosas leo en las santas Escrituras: y lleno de confianza y seguridad, me propongo á mí mismo este simple discurso. Dios es en todo infinito, y yo soy en todo pequeño: Dios puede hacer con suma facilidad infinito mas de lo que yo soy capaz de concebir: luego será un despropósito infinito que yo piense poder medirlo por la pequeñes de mis ideas: luego cuando él habla, y yo estoy cierto de que habla, deberé cautivar mi entendimiento y mi razon en obsequio de la fe: luego deberé creer al punto cuanto me dice, y esto no del modo con que á mí se me figura, sino precisamente de aquel modo, y con todas aquellas circunstancias que él se ha dignado de revelarme, pueda ó no pueda yo comprenderlas; porque mi fe es la que se me pide, no mi in-

  1. ¿Sapientiam Dei præcedentem omnia quis investigavit? Eccli. i, 3.