Página:La vida de las abejas (1909).pdf/23

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
— 17 —

Charles Bonnet y de Schirach (quien resolvió el enigma del huevo regio); pero me limito á las grandes líneas y llego á François Huber, el maestro y el clásico de la ciencia apícola de hoy en día.

Huber, nacido en Ginebra en 1750, quedó ciego en su primera juventud. Interesado en un principio por los experimentos de Réaumur, los que quería comprobar, pronto se apasionó por esas investigaciones, y con la ayuda de un criado abnegado é inteligente, François Burnens, dedicó su vida entera al estudio de las abejas. En los anales del sufrimiento y de las victorias humanas, nada más conmovedor y lleno de buenas enseñanzas que la historia de aquella paciente colaboración en que el uno, que no veía más que un fulgor inmaterial, guiaba con el espíritu las manos y las miradas del otro, que gozaba de la luz real; en que aquel que, según se asegura, jamás había visto con sus ojos un panal de miel, á través del velo que duplicaba para él el otro velo con que la Naturaleza lo envuelve todo, sorprendía los secretos más profundos del genio que formaba ese panal de miel invisible, como para enseñarnos que no hay estado en que debamos renunciar esperar y buscar la verdad.

No enumeraré lo que la ciencia apícola debe á Huber; más corto será decir lo que no le debe.

Sus Nuevas observaciones sobre las abejas, euyo primer volumen fué escrito en 1789 bajo la forma de cartas á Charles Bonnet, y cuyo segundo volumen sólo apareció veinte años más tarde, continúan siendo el tesoro abundante y VIDA DE LAS ABEJAS .—2