Página:La viuda de Padilla (1814).djvu/16

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(xiv) Y fué ají: porque apénas llegó á To- ledo la nueva del mal recibimiento que ha«  bian tenido sus enviados , y lo desatendidas que habían sido sus súplicas, mostróse abier- tamente el descontento general , mal encu- bierto hasta entonces; alteróse el pueblo; impidió á Padilla y Áralos que saliesen de la ciudad , y acudiesen* al llamamiento del rey , que les mandaba ir á su presencia; y Ocupando el alcázar que hubieron de abandonar algunos caballeros malquistos coa el pueblo, comenzó aquella alteración tur- bulenta y aquella falta de respeto á las autoridades, que suelen preceder á las re- voluciones. Fácil hubiera sido al monarca, si escuchara su propio consejo , y no el tor- cido de sus favoritos , sosegar á Toledo coa

  • u presencia , y quizá impedir de este modo

el posterior levantamiento de Castilla. Pero guiado por sus privados , que temerosos del enojo de los naturales , y ansiosos de poner en salvo sus tesoros, nada anhelaban mas que abandonar á España , determinó partir al primer viento favorable , ya que había conseguido de las Cortes la concesión de un servicio da 100 cuentos en tres años, aun-