EL ARQUERO DEL BOSQUE
No paséis ¡ oh hermosas reinas ! por los bosques. No turbéis la soledad feliz con el rumor de vuestro paso ; no digáis a la flor que, más que su perfume, es vuestro aliento. «El placer está en guerra conmigo, y yo he hecho alianza con la tristeza», cantó Abul el Ancari en la corte de Harún el Raschid ; pero él no añadió lo que yo, por vosotras ¡ oh tiernas reinas ! digo : «La alianza con el placer mata la tristeza, engendrando la locura.» Oíd, los que me escucháis, el por qué de mis palabras.
Mudrix era cazador y poeta. Sus cantos de las cuatro estaciones adquirieron celebridad en la comarca. Las sabias letras no los habían encarcelado en las redes caprichosas de sus arabescos. Hombres y mujeres acudían como las aves en bandadas para oir estallar colores, perfumes y notas, en kasidas donde vivían el sol y la luna, la tarde y el alba.
En vez de sentirse el poeta inspirado por el