LAS NÁYADES
Moslim el Hutail, joven y hermoso, era el primer poeta del país de Yemen, siendo también uno de sus más grandes señores. Leila, Soad y Aila se morían de amor por sus versos y sus ojos. Más de una noche le esperaron en sus jardines, donde los cálices de los okhouans parecían brillar con la sangre de sus venas, encendida por el deseo. El no acudía al llamado, diciéndose que era leal en el fondo de su corazón, pues por no engañar a ninguna, las impacientaba a todas.
Y como un día Leila exclamara : «Esperé anoche en vano, y me acosté al alba, húmedos mis cabellos del llanto del cielo, húmedos mis ojos del llanto del alma» , el joven respondió : «¿Por qué mientes? Las flores pueden cubrirse de rocío, pero tú, no, porque eres estrella.» Y después, ante igual reproche, respondió igual cosa a Soad y a Aila, y se quedó satisfecho, pues no había en la lisonja mejorado a ninguna.