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Página:La voz del Nilo (1915).djvu/162

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mientos de Amina ya no son los mismos. No te ha dejado por otro amante : las almas no pueden tener sino el recuerdo de aquellos que lo fueron en este mundo. Te olvidó en la suprema luz, porque los astros le confiaron los misterios de sus secretos, y como un jardinero canta entre sus fulgores...» Cuando el joven se encontró solo, dióse a pensar en la mentira de su ilusión. Las mujeres eran siempre las mismas, e imposible creer en una vida ideal, más poderosa que la muerte, levantándose triunfante de la tumba. Enterró su ya inútil vara en el jardín que iba a abandonar, y maldijo en su interior el poder inmenso de los genios.

He aquí, ahora, cómo el hermano mayor usó del don de su padre. Saadí había combatido varias veces y visto horrores ; preparábase una invasión de la tribu enemiga, y llamó al genio. «Quiero — le dijo, — si he de morir, acabar sin sufrimientos.» El genio respondió : «Nada más fácil. La isla de la Luna está en el mar de Beber. De ella parte el Nilo, saliendo de un monte, con tal fuerza, que atravesando el Océano corre por tierra egipcia. En ese monte (tú debes ya saberlo por la tradición), hay una piedra blanca que parece cristal, llamada Saxbatulbaxati. El que la mira se pega a ella, y muere sin dolor, riéndose, y sólo la muerte lo separa de sus