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Página:La voz del Nilo (1915).djvu/184

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SOLEIMA

Ahora, dadnos las ánforas.

ABDUL

He aquí la tuya. Si tu desdén mataba como el veneno del áspid, tu amor fortalece como la palabra de los profetas.

Las doncellas toman las ánforas de manos de los mozos, y sonríen saludándoles con turbación venturosa.

EL GUAR

No os iréis sin darnos de vuestra agua. Será el premio por habernos obligado a besar labios sin vida.

SCHERADA

¡ Ah, los villanos ! En fin, tomad presto ; ya en nuestras casas deben de estar impacientes.

EL OUAR

Susana, dame de tu cántaro.