En el fondo se levanta el célebre templo de Isis, que convirtió a la isla en centro de los misterios con la representación del drama de Osiris. Allí se aprendía la revelación del paso del alma a la suprema luz, por intermedio de la diosa celeste. Solamente los extranjeros de distinción, los príncipes y los sacerdotes eran admitidos, y acrecía la celebridad del lugar, la fama de hermosura de la isla.
En el gran patio del templo no falta sino el pavimento, y la grandeza del conjunto es real y no imaginada. Desde él se ve dibujarse el Nilo, de modo que la diosa lo observaba cual si le trajese, en su curso, las frescuras de la fuente" divina. Así también contemplaba el arribo de las flotas cargadas de romeros, saludándolos con el loto mágico, que debía renacer misterioso en el alma de los iniciados.
Pasando las pirámides truncas, inmensas de los pilones, hallamos otras que dan a un segundo patio. Nuevas columnas se multiplican, y se abren innumerables capillas. Surgen todas techadas y se siente la impresión de la luz religiosa, que estaba en armonía con el espíritu inquieto de los peregrinos. Volvemos hacia el fondo para encontrar el secos. Las columnas, en el último pequeño patio, conservan todo su esplendor. Los capiteles muestran sus palmas