dirse en el sol, y volver como rayos del astro a bañar las queridas cosas del valle egipcio.
Desde la barca, girando en torno de la isla, la vemos en toda su belleza. Las murallas aparecen al ras del agua, y sobre ellas, como sobre terrazas, asiéntanse otros baluartes, confundidos a pilones y templos. Construcciones egipcias y romanas se juntan : las ruinas del templo de Esculapio con las de Hator, la puerta de Adriano con el pórtico de Nectanebo. El Kiosko de Augusto, aéreo y elegante, en el conjunto imponente, es como flexible risueña rama de muérdago, enlazada al tronco nudoso de la encina. Se comprende tanto ahinco, aun en los conquistadores, para adornar a la isla, por el prestigio de su fe y de su ciencia.
De su recinto brotó la luz que, comunicada a Europa, fué base de la ilustración griega y latina. Clemente de Alejandría hizo una descripción de la procesión de Isis. El jefe o chantre aparece con los símbolos de la música y con dos libros, que contienen los himnos a los dioses y la lista de los reyes. Con una palma y un reloj en las manos, le sigue el Horóscopo, que sabe de memoria los cuatro libros de la Astrología. El Escriba Sagrado, con la frente ceñida de plumas, trae un libro, tinta y una caña para escribir (tal cual lo practican aún los árabes,