BAILE DE MÁSCARAS
En el teatro Jedivial acaba de callar la orquesta que mueve el vaivén de las máscaras. En el reposo, podemos con calma observar la sala. Los palcos descubiertos están Uenos de egipcios y de europeos, y los velados con rejas fijas y tul flotante rebosan de mahometanas. No se siente entre los machrabiyehs una voz ni una risa. Aquellas mujeres dan señales de vivir cuando dejan de estar inmóviles. Por el pasillo, cerrando su compartimiento, vese una reja de claustro. Así, si en la sala se piensa en el serrallo de un rey oriental, trasplantado a la Opera de París ; en el corredor se imagina una reunión de monjas, recibiendo 'máscaras, como en la Venecia pintada por Longhi. Pero no ; se está en la ciudad de los Califas, y las mujeres con trajes fantásticos y las otras invisibles, todas son criaturas de carne y hueso. ¡ El Cairo ! ¡ Noche de locura ! ¡ Noche de Carnestolendas ! Anda por ahí cerca de los palcos, rozando las sombras enigmáticas y silenciosas, un Pierrot,