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LAS FUERZAS EXTRAÑAS

líquida; pero semejante diferencia implicaba la muerte violenta en aquella disgregación. Poco después no hubo en el globo otra existencia que la flotante sobre esa especie de arenas cósmicas; mas ya la mayor parte de los seres animados había muerto de inanición; pues aunque no comían como nosotros, absorbían del aire sus principios vitales, y el aire estaba cambiado por los elementos de la luna.

Apenas uno que otro gran molusco se revolvía sobre le universal fluidez sin olas, bajo el horror de la atmósfera gigantesca, preñada de tósigos mortales, donde se operaba la futura organización. Tampoco pudieron ellos resistir á esas combustiones, ni adaptarse al estado de disgregación; y, por otra parte, éste los afectaba á su vez. Ellos fueron también disolviéndose hasta desaparecer; y entonces, sobre el ámbito del planeta, fué la soledad y la negra noche.

Millares de años después, los elementos empezaron á recomponerse.

Formidables tempestades químicas conmovieron el estado crítico de la masa, y los catorce cuerpos primitivos revivieron engendrando nuevas combinaciones.

El litio se triplicó en potasio, rubidio y cesio; el fósforo en arsénico, antimonio y bismuto; el