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LOS CABALLOS DE ABDERA

caballos, no paraban mientes en eso. Otros hechos más significativos produjerónse de allí á poco. Dos ó tres atalajes habían hecho causa común contra un carretero que azotaba su yegua rebelde. Los caballos resistíanse cada vez más al enganche y al yugo, de tal modo que empezó á preferirse el asno. Había animales que no aceptaban determinado apero; mas como pertenecían álos ricos, se defería á su rebelión comentándola mimosamente á título de capricho.

Un día los caballos no vinieron al son de la trompa, y fué menester constreñirlos por la fuerza; pero los subsiguientes, no se reprodujo la rebelión. Al fin ésta tuvo lugar cierta vez que la marea cubrió la playa de pescado muerto como solía su ceder. Los caballos se hartaron de eso, y se los vio regresar al campo suburbano con lentitud sombría.

Medianoche era cuando estalló el singular conflicto.

De pronto un trueno sordo y persistente conmovió el ámbito de la ciudad. Era que todos los caballos se habían puesto en movimiento á la vez para asaltarla; pero esto se supo luego, inadvertido al principio en la sombra de la noche y la sorpresa de lo inesperado.

Como las praderas de pastoreo quedaban en-