Al entrar la tierra en el estado líquido, la vida orgánica de la luna había concluido su ciclo de manifestación, y las mónadas de sus seres inteligentes debieron pasar á incorporarse en las nuestras. No lo hicieron como puras energías, sino también como agregados de materia sutil que se infiltró en la masa de la gigantesca célula humana á modo de influencia magnética, comunicándole nuevas propiedades, de la manera que el imán al acero. De aquí las relaciones magnéticas que el estado líquido conserva con la luna bajo la forma de mareas.
El vehículo de que esos espíritus lunares se valieron para venir á la tierra, fué el cono de sombra que ésta proyecta sobre la luna, y que durante los eclipses nos trae exhalaciones maléficas de aquel astro; pues siendo él un cadáver, no ha de exhalar vida naturalmente. Esto explica la tradición en cuya virtud los chinos y muchas otras gentes, alborotan durante los eclipses "para ahuyentar á los malos espíritus".
El cono de sombra es tan objetivo para esas formas sutiles, como un chorro de agua ó una columna de humo; pues siendo la luz el más poderoso agente de eterización de la materia, donde ella falta, es decir donde hay sombra, la materia es más densa y puede servir de vehículo. Cuando