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LAS FUERZAS EXTRAÑAS

perchería. Llegué hasta fotografiar las escenas, y la placa reprodujo todo, tal cual yo lo había visto. La alucinación resultaba así, imposible, pues los ingredientes químicos no se alucinan... Entonces quise desarrollar idénticos poderes. He sido siempre audaz, y luego no estaba entonces en situación de apreciar las consecuencias. Puse, pues, manos á la obra.

—¿Por cuál método?

Sin responderme, continuó:

—Los resultados fueron sorprendentes. En poco tiempo llegué á dormir. Al cabo de dos años producía la traslación consciente. Pero aquellas prácticas me habían llevado al colmo de la inquietud. Me sentía espantosamente desamparado, y con la seguridad de una cosa adversa mezclada á mi vida como un veneno. Al mismo tiempo, devorábame la curiosidad. Estaba en la pendiente y ya no podía detenerme. Por una continua tensión de voluntad conseguía salvar las apariencias ante el mundo. Mas poco á poco, el poder despertado en mí se volvía más rebelde. Una distracción prolongada, ocasionaba un desdoblamiento. Sentía mi personalidad fuera de mí, mi cuerpo venía á ser algo así como una afirmación del no yo, diré expresando concretamente aquel estado. Como las impresiones se avivaban, produciéndome an-