Página:Las Maravillas Del Cielo.djvu/128

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pecie al través de muchos siglos de luchas y sufrimientos.

Unas horas más y terminaría todo. El disco del Sol se iría ensanchando por momentos hasta cubrir el cielo, formando una especie de gigantesco embudo, cuyos bordes parecerían prolongarse en todos sentidos. En el momento del choque, la Tierra estaría ya casi tan ardiente como la misma superficie del Sol, y penetraría con ímpetu á través de su masa, en la que quedaría engullida como un cántaro de agua en un río. Sin embargo, esta caída determinaría una elevación tal de temperatura, que la Tierra se reduciría casi en su totalidad á vapor candente, y el Sol recibiría un refuerzo de calor capaz de hacerle arder, con la misma fuerza que ahora, durante cerca de noventa y cinco años más.

—¡Soberbia pedrada! —dijo Luis.

—Habría que agregar otra: la de la Luna, que no por ser pequeña dejaría de aumentar el calor del Sol en la proporción necesaria para que alimentase su fuego quince meses más.

No hay que hablar ya de vida en semejante infierno. ¿Cuál es la temperatura del astro del día? Algunos han afirmado muy seriamente que algunos millones de grados centígrados; yo no creo en la posibilidad de semejante energía calorífica, porque así como el calor tiene un mínimum, determinado ya con exactitud por la ciencia (289 grados bajo cero), debe tener también un máximum. Mas dejemos esto, y convengamos en que de todas maneras el calor solar, aunque no llegue a millones