menor que el Sol, del que le separan 768 millones de kilómetros; de la Tierra dista 630 millones. Allí le tenéis, brillando como una estrella de primera magnitud, en el cielo, y ahora le observaréis á través del anteojo astronómico.
Tocó ahora á Luis la primacía en la observación, y lanzó un grito de asombro.
—¡Qué astro tan hermoso!—exclamó.—Parece mucho mayor que la Luna llena y está atravesado en sentido horizontal por una especie de bandas ó fajas de colores, principalmente rojizas, verdosas y amarillas. Es un espectáculo verdaderamente soberbio y no me cansaría de mirarlo.
La niña quería verlo también, y era justo acceder á su deseo; pero era tan grande el tamaño que presentaba el planeta, que su primera impresión fué de espanto, pues le parecía que el astro venía hacia ella. Repúsose, sin embargo, y contempló á Júpiter con la más viva curiosidad, observando un detalle en que no había reparado su hermano; esto es, que alrededor del enorme planeta había cuatro estrellitas muy próximas, tres á un lado y una á otro. Don Alberto les hizo saber que Júpiter tiene cuatro satélites ó lunas, desde las cuales el aspecto del planeta debe ser incomparablemente grandioso y magnífico, pues ocupará gran parte del cielo.
—Esas bandas rojas y amarillas que cubren la superficie de Júpiter—añadió—no son otras cosas que nubes de gran espesor, pues la tierra de ese astro nos es aún desconocida por lo muy encapotada y densa que aparece su atmósfera. Júpiter