Página:Las Maravillas Del Cielo.djvu/70

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brillo de las que la rodean. Si hubiesen dicho á los sabios de la antigüedad que ese astro de tan modestas apariencias es más de ochocientas veces mayor que el mundo que habitamos, sin duda se habrían encogido despreciativamente de hombros, tomando por loco a quien tales cosas les dijera. Verdad es que lo mismo harían hoy no pocas personas que se tienen por ilustradas, y que sin embargo, no han dedicado nunca un poco de su aten-

Inclinación respectiva de Júpiter y de la Tierra sobre sus ejes.

ción á estudiar los grandiosos problemas de la Astronomía. Esas personas pasan toda su vida absortas en cuestiones pequeñas, y no se preocupan jamás de la naturaleza de las cosas ni saben admirar las maravillas del universo. De ellas puede decirse: «Tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen»; porque encerradas dentro del mas estrecho egoísmo, nada perciben más allá, y sus semejantes la humanidad, la naturaleza, el mundo, los so-