es veinte veces mayor que la de nuestro globo, y tiene, según unos, dos satélites ó lunas, y nueve según otros.
Ahora bien, suponiendo que existan seres inteligentes y vivos en todos estos mundos, ¿cuáles serán las condiciones en que se desarrolle su existencia? Si fuesen iguales á nosotros, no podrían sufrir los irresistibles calores de Mercurio ó los fríos glaciales de Urano y Neptuno, á que el Sol difícilmente llegará con la fuerza necesaria para elevar la temperatura á dos ó tres grados sobre el hielo. Indudablemente estarán conformados de un modo especial en cada planeta, y se diferenciarán mucho de nosotros en su figura, en su talla y en el alcance de sus sentidos. Quizá posean sentidos de que nosotros no podemos tener idea, y hayan encontrado medios de resistir los rigores de las temperaturas extremas á que están sometidos. Si hay en esos mundos seres de inteligencia elevada y que hayan llegado á sondear los más hondos problemas del estudio, ¿qué idea tendrán de nuestro planeta? Ya os dije que, á partir de Júpiter, la Tierra no se distingue ya á simple vista; de modo que los habitantes de Saturno, Urano y Neptuno, en su gran mayoría, ni aun sospecharán que existe nuestro mundo. Únicamente los hombres de ciencia, ayudados por telescopios de muy poderoso alcance, habrán logrado descubrirlo, y les parecerá que debe ser un astro casi inhabitable, por su proximidad al Sol, en cuyos rayos estará casi confundido. Con más dificultad aún se habrán hecho cargo de la existencia de Venus y