Página:Las Maravillas Del Cielo.djvu/92

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se acercaría á 30 kilómetros por segundo; medio de viajar muy rápido, sin duda, pero nada divertido pues no habría tiempo para que se fijase imagen alguna en nuestra retina, y nos parecería estar en el centro de un vertiginoso torbellino. En seguida se alejaría el monstruoso astro en dirección opuesta, y aunque seguiría cubriendo el cielo durante algunos minutos, al cabo de un cuarto de hora ya se habría alejado lo suficiente para que pudiésemos abarcar su disco de una ojeada. No hay que decir que veríamos fácilmente en su superficie los mares como manchas obscuras, y los continentes como extensiones más ó menos iluminadas, presentándose el mayor brillo hacia los polos. Por último, al cabo de una hora ya estaría nuestro planeta á 106.000 kilómetros de distancia; á las doce horas nos parecería poco mayor que la Luna, y pocos días después volvería á ser una estrella cuyo disco iría empequeñeciéndose más y más.

El diámetro de nuestro planeta es de 12.730 kilómetros, y su peso de cinco á cinco veces y media mayor que el del agua; de modo que todo el globo viene á pesar como si estuviese constituído por mineral de hierro, lo que parece demostrar que hacia el centro hay grandes masas de sustancias muy pesadas. Quizás por efecto de la ley de gravedad se habrán refugiado allí el oro y el platino, que tan rara vez y en tan cortas porciones se presentan en la superficie. El peso total de nuestro globo asciende á cinco cuatrillones y 865.000 trillones de kilogramos.