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branto incontrastable le besaron las manos y la boca: y el mayor, que siempre le había merecido especial privanza, se clavó en sus labios, hasta que se hizo indispensable el separarlo y sacarlo a viva fuerza. Expiró por fin al mediodía. La presencia y disposiciones del apoderado evitaron un alboroto. A eso de las once de la noche se le sepultó en el sitio que habia escogido. El anciano y los niños asistieron al entierro. Alberto no pudo. Zozobraba la vida de Carlota. Menestrales fueron los portadores, sin acompañamiento de eclesiásticos.

FIN