PERO CUANDO LLEGÓ LA 6.ª NOCHE |
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que cuando el pescador dijo al efrit: «Si me hubieras conservado, yo te habría conservado, pero no has querido mas que mi muerte, y te haré morir prisionero en este jarrón y te arrojaré á ese mar», entonces el efrit clamó y dijo: «¡Por Alah sobre ti! ¡oh pescador, no lo hagas! Y consérvame generosamente, sin reconvenirme por mi acción, pues si yo fuí criminal, tú debes ser benéfico, y los proverbios conocidos dicen: «¡Oh tú que haces bien á quien mal hizo, perdona sin restricciones el crimen del malhechor!» Y tú, ¡oh pescador! no hagas conmigo lo que hizo Umama con Atica.» El pescador dijo: «¿Y qué caso fué ese?» Y respondió el efrit: «No es ocasión para contarlo estando encarcelado. Cuando tú me dejes salir, yo te contaré ese caso.» Pero el pescador dijo: «¡Oh, eso nunca! Es absolutamente necesario que yo te eche al mar, sin que tengas medio de salir. Cuando yo supliqué y te imploraba, tú deseabas mi muerte, sin que hubiera cometido ninguna falta contra ti, ni bajeza alguna, sino únicamente favorecerte, sacándote de ese calabozo. He