¡No sientas alegría ni aflicción por ninguna cosa, pues las cosas no son eternas!
¡Se ha cumplido nuestro destino; hemos seguido con toda fidelidad los renglones escritos por la Suerte; porque aquél para quien la Suerte escribió un renglón, no tiene más remedio que seguirlo!»
Y el saaluk prosiguió de este modo:
«Cuando dejé tuerto al visir, no se atrevió á reclamar en contra mía, porque mi padre era el rey del país. Pero ésta era la causa de su odio.
Y cuando me presentaron á él con los brazos atados, dispuso que me cortaran la cabeza. Entonces le dije: «¿Por qué me matas si no he cometido ningún crimen?» Y contestó: «¿Qué mayor crimen que éste?» Y señalaba su ojo huero. Y yo dije: «Eso lo hice contra mi voluntad.» Pero él replicó: «Si lo hiciste contra tu voluntad, yo voy á hacerlo con toda la mía.» Y dispuso: «¡Traedlo á mis manos!» Y me llevaron entre sus manos.
Entonces extendió la mano, clavó su dedo en mi ojo izquierdo y lo hundió completamente.
¡Y desde entonces estoy tuerto, como todos veis!
Hecho esto, ordenó que me atasen y me metiesen en un cajón. Después llamó al verdugo y le dijo: «Te lo entrego. Desenvaina tu alfanje y lleva á este hombre fuera de la ciudad; lo matas y le dejas allí para que se lo coman las fieras.»