toda su persona adquirió la apariencia de un hombre decrépito, rendido por los años y las desventuras. Entonces me trajo á esta morada subterránea, la cual mandó construir para sustraerme á la busca del rey que había de matarme cuando cumpliera yo los quince años, y yo y mi padre estamos seguros de que el hijo de Kassib no podrá dar conmigo en esta isla desconocida. Tal es la causa de mi estancia en este sitio.»
Entonces pensé yo: «¿Cómo podrán equivocarse así los sabios que leen en los astros? Porque, ¡por Alah! este joven es la llama de mi corazón, y más fácil que matarlo me sería matarme.» Y luego le dije: «¡Oh hijo mío! Alah Todopoderoso no consentirá nunca que se quiebre flor tan hermosa. Estoy dispuesto á defenderte y á seguir aquí contigo toda la vida.» Y él me contestó: «Pasados cuarenta días vendrá á buscarme mi padre, pues ya no habrá peligro.» Y yo le dije: «¡Por Alah! que permaneceré en tu compañía esos cuarenta días, y después le diré á tu padre que te deje ir á mi reino, donde serás mi amigo y heredero del trono.
Entonces el mancebo me dió las gracias con palabras cariñosas, y comprendí que era en extremo cortés y correspondía á la inclinación que á él me arrastraba. Y empezamos á conversar amistosamente, regalándonos con las vituallas deliciosas de sus provisiones, que podían bastar para un año á cien comensales.
Después de haber comido, pude comprobar nue-