mayor que Amina y Fahima, que están entre tus manos.
Al poco tiempo de morir nuestro padre, mis dos hermanas mayores se casaron y estuvieron algún tiempo conmigo en la misma casa. Pero sus maridos no tardaron en prepararse á un viaje comercial; cogieron los mil dinares de sus mujeres para comprar mercaderías, y se marcharon todos juntos, dejándome completamente sola.
Estuvieron ausentes cuatro años, durante los cuales se arruinaron mis cuñados, y después de perder sus mercancías, desaparecieron, abandonando en país extranjero á sus mujeres.
Y mis hermanas pasaron toda clase de miserias y acabaron por llegar á mi casa como unas mendigas. Al ver aquellas dos mendigas, no pude pensar que fuesen mis hermanas, y me alejé de ellas; pero entonces me hablaron, y reconociéndolas, les dije: «¿Qué os ha ocurrido? ¿Cómo os veo en tal estado?» Y respondieron: «¡Oh hermana! Las palabras ya nada remediarían, pues el cálamo corrió por lo que había mandado Alah»[1]. Oyéndolas se conmovió de lástima mi corazón, y las llevé al hammam, poniendo á cada una un traje nuevo, y les dije: «Hermanas mías, sois mayores que yo, y creo justo que ocupéis el lugar de mis padres. Y como la herencia que me tocó, igual que á vosotras, ha sido bendecida por Alah y se ha acrecentado considerablemen-
- ↑ Equivale á «estaba escrito».