¿Quieres probar la amargura de las cosas? ¡Sé bueno y servicial!
¡Los malvados desconocen la gratitud!
¡Pruébalo, si quieres, y tu suerte será la de la pobre Magir, madre de Amer!
Pero el efrit le dijo: «Ya hemos hablado bastante. Sabe que sin remedio te he de matar.» Entonces pensó el pescador: «Yo no soy mas que un hombre y él un efrit, pero Alah me ha dado una razón bien despierta. Acudiré á una astucia para perderlo. Veré hasta dónde llega su malicia.» Y entonces dijo al efrit: «¿Has decidido realmente mi muerte?» Y el efrit contestó: «No lo dudes.» Entonces dijo: «Por el nombre del Altísimo; que está grabado en el sello de Soleimán, te conjuro á que respondas con verdad á mi pregunta.» Cuando el efrit oyó el nombre del Altísimo; respondió muy conmovido: «Pregunta, que yo contestaré la verdad,» Entonces dijo el pescador: «¿Cómo has podido entrar por entero en este jarrón donde apenas cabe tu pie ó tu mano?» El efrit dijo: «¿Dudas acaso de ello?» El pescador respondió: «Efectivamente, no lo creeré jamás mientras no vea con mis propios ojos que te metes en él.»
En este momento de su narración, Schahrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.