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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

dueño de fuerzas considerables y de aliados de todas las especies de hombrea. Pero su cuerpo padecía una lepra que desesperaba á los médicos y á los sabios. Ni drogas, ni píldoras, ni pomadas le hacían efecto alguno, y ningún sabio pudo encontrar un eficaz remedio para la espantosa dolencia. Pero cierto día llegó á la capital del rey Yunán un médico anciano, de renombre, llamado Ruyán. Había estudiado los libros griegos, persas, romanos, árabes y sirios, así como la medicina y la astronomía, cuyos principios y reglas no ignoraba, lo mismo que sus buenos y malos efectos. Conocía las virtudes de las plantas grasas y secas, y también sus buenos y malos efectos. Por último, había profundizado la filosofía y todas las ciencias médicas y otras muchas además. Cuando este médico llegó á la ciudad y permaneció en ella algunos días, supo la historia del rey y de la lepra que le martirizaba por la voluntad de Alah, enterándose del fracaso absoluto de todos los médicos y sabios. Al tener de ello noticia, pasó muy preocupado la noche. Pero no bien despertó por la mañana (al brillar la luz del día y saludar el sol al mundo, magnífica decoración del Óptimo) se puso su mejor traje y fué á ver al rey Yunán. Besó la tierra entre las manos del rey [1] é hizo votos por la duración eterna de su poderío y de las gracias de Alah y de todas las mejores cosas. Después le enteró de quién era, y le dijo: «He averiguado la en-


  1. «Besar la tierra entre las manos del rey» equivale á decir «se inclinó hasta el suelo y lo besó delante del rey».