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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/166

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LAS MIL NOCHES Y UNA NOCHE

cual á su casa, quedé muy pensativo y preocupa- do, y no podía apartarse de mi espíritu el grato re- cuerdo de todas aquellas cosas que acababa de oir con motivo de aquel pais tan admirable. Y cuando volví á casa, no pude pegar los ojos en toda la no- che, y perdí el apetito. Averigué á los pocos días que mis tios estaban preparando un viaje á Egipto, y rogué con tanto ardor á mi padre, y tanto laboré para que me deja- se ir con ellos, que me lo permitió y hasta me com- pró mercaderías muy estimables. Y encargó á mis tíos que no me llevasen con ellos á Egipto, sino que me dejasen en Damasco, donde debía yo ganar dinero con los géneros que llevaba. Me despedí de mi padre, me junté con mis tios, y salimos de Mossul. Así viajamos hasta Alepo, donde nos detuvimos algunos días, y desde alli reanudamos el viaje ha- cia Damasco, adonde no tardamos en llegar. Y vimos que Damasco es una hermosa ciudad, entre jardines, arroyos, árboles, frutas y pájaros. Nos albergamos en uno de los khanes, y mis tíos se quedaron en Damasco hasta que vendieron sus mercaderías de Mossul, comprando otras en Da- masco para despacharlas en El Cairo, y vendieron también mis géneros tan ventajosamente, que cada dracma de mercadería me valió cinco dracmas de plata. Después mis tíos me dejaron solo en Damasco y prosiguieron su viaje á Egipto. En cuanto á mí, continué viviendo en Damasco,