PERO CUANDO LLEGÓ LA 28.a NOCHE
Ella dijo:
He llegado á saber, ¡oh rey afortunado! que el médico judío continuó de este modo la historia del joven:
«El corredor, al ver que el joven no conocía el valor del collar, y se explicaba de aquel modo, comprendió en seguida que lo había robado ó se lo había encontrado, cosa que debía aclararse. Cogió, pues, el collar, y se lo llevó al jefe de los corredo- res del zoco, que se hizo cargo de él en seguida, y fué en busca del walí de la ciudad, á quien dijo: «Me habían robado este collar, y ahora hemos dado con el ladrón, que es un joven vestido como los hijos de los mercaderes, y está en tal parte, en casa de tal corredor.>>
Y mientras yo aguardaba al corredor con el dinero, me vi rodeado y apresado por los guardias, que me llevaron á la fuerza á casa del wali. Y el wali me hizo preguntas acerca del collar, y yo le conté la misma historia que al corredor. Enton- ces el walí se echó á reir, y me dijo: «Ahora te en- señaré el precio de ese collar.» É hizo una seña á sus guardias, que me agarraron, me desnudaron, y me dieron tal cantidad de palos y latigazos, que