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Página:Las mil noches y una noche v2.djvu/185

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HISTORIA DEL JOROBADO...

perada la salud. Y al ver esto, se alegraron todos mis parientes. Y entonces la anciana se marchó, prometiéndome volver al día siguiente para darme cuenta de la entrevista que iba á tener con la hija del kadi de Bagdad.

Y en efecto, volvió al día siguiente. Pero apenas le vi la cara, comprendí que no traía buenas noti- cías. Y la vieja me dijo: «Hijo mío, no me preguntes lo que acaba de suceder. Todavía estoy trastornada. Figúrate que en cuanto le dije al oido el objeto de mi visita, se puso de pie y me replicó muy airada: «Malhadada vieja, si no te callas en el acto y no desistes de tus vergonzosas proposiciones, te man- daré castigar como mereces.» Entonces, hijo mío, ya no dije nada; pero me propongo intentarlo por segunda vez. No se dirá que he fracasado en estos empeños, en los que soy más experta que nadie.» Después me dejó y se fué.

Pero yo volví á caer enfermo con mayor grave- dad, y dejé de comer y beber.

Sin embargo, la vieja, como me había ofrecido, volvió á mi casa á los pocos días, y su cara resplan- decía, y me dijo sonriendo: «Vamos, hijo, ¡dame al- bricias por las buenas nuevas que te traigo!»> Y al oirlo, sentí tal alegría, que me volvió el alma al cuerpo, y dije en seguida á la anciana: «Ciertamen- te, buena madre, te deberé el mayor beneficio. >> En- tonces ella me dijo: «Volví ayer á casa de la joven. Y cuando me vió muy triste y abatida y con los ojos arrasados en lágrimas, me preguntó: «¡Oh misera!