virtud de hacer invencible al que la comiera. Y viéndose en estado de inferioridad para en lo sucesivo, no quiso exponerse á intentar una empresa peligrosa, y huyó por miedo á que la joven luchadora le venciese y le matasen.
Y echando inmediatamente á correr, no se detuvo hasta que perdió de vista el palacio y la ciudad. Y se encontró á tres hombres que disputaban entre sí. Y les preguntó: «¿Por qué disputáis?» Le contestaron: «¡Por una cosa!» Él les dijo: «¿Una cosa? ¿Cuál?» Le contestaron: «Tenemos esta alfombra que ves. A quien se ponga encima y la golpee con esta varita, pidiéndole que le lleve aunque sea á la cumbre de la montaña Kaf, la alfombra le transportará en un abrir y cerrar de ojos. ¡Y por poseerla nos disponíamos á matarnos en este momento!» El chico les dijo: «En vez de mataros mutuamente por la posesión de esa alfombra volante, tomadme por árbitro y dictaminaré con justicia entre vosotros.» Y contestaron ellos: «Sé nuestro árbitro en este caso.» El muchacho les dijo: «Extended en tierra esa alfombra para que yo vea su longitud y su anchura.» Y se puso en medio de la alfombra, y les dijo: «Voy á tirar una piedra con toda mi fuerza, y echaréis á correr detrás los tres juntos. Y el que primero la coja, se llevará la alfombra volante.» Ellos le dijeron: «Está bien.» Entonces cogió el muchacho una piedra y la tiró; y los tres echaron á correr detrás. Y mientras corrian, el chico golpeó la alfombra con la varita, diciéndole: